«Un alumno me cogió de la ropa, me arrastró a una ventana y me dijo que me tiraría si no le quitaba los apercibimientos». Es el relato de una docente de un instituto de Extremadura. Cuenta lo sucedido con exaltación y la voz alta y firme fruto de su indignación. No solo por los hechos sino por la pasividad del equipo directivo. «El director vivía en el mismo pueblo que el menor y por eso quiso resolverlo de forma pacífica. Como no lo pudo arreglar me invitó a que hablara con el inspector y me diera de baja». La amenaza llegó después de que la profesora intentara evitar que los alumnos discriminasen a dos alumnos con síndrome de Down. «En aula había tres niños de pisos tutelados, dos de centros de menores y dos con síndrome de Down. El comportamiento era bestial, los más agresivos se metían con los pequeños con discapacidad y les decían que no se arrimaran a ellos porque les iban a pegar la enfermedad», cuenta la docente. A esto se sumó que fumaban porros en clase y llegaban del recreo con un fajo de billetes por lo que habían ganado de la venta de marihuana. «Finalmente, les puse un apercibimiento para expusarlos o abrirles un expedientes y, uno de ellos, me cogió de la ropa, me arrastró a una ventana y me dijo que me tiraría si no le quitaba los apercibimientos». Lo que temía, cuenta la profesora, eran las consecuencias en el centro de menores. La docente sufrió esta amenaza en 2009. Hoy sigue ejerciendo aunque reconoce que se pregunta si debería seguir ya que esto «sucede a diario» y las conductas son siempre las mismas, independientemente de si los niños vienen de centros de menores o no. «El principal problema es la educación que viene de casa, los padres no vienen a las reuniones y cuando lo hacen están con el “arma” cargada, defienden a sus hijos y dicen que se portan bien aunque estén en un centro de menores». La docente contó su caso en el marco de las Jornadas sobre Educación del Central Sindical Independiente y de Funcionarios, CSIF. Este sindicato ha presentado esta mañana una guía de prevención de la conflictividad en los centros docentes. En ella se les recuerda qué contempla la ley respecto a la enfermedad profesional, qué casos tienen la consideración de accidentes de trabajo, qué deben hacer en caso de que un alumno ejerza violencia física, psicológica o incluso sexual, etc. «Vengo de trabajar en prisión y pensé que la enseñanza sería el siti perfecto» Otro profesor, en este caso de Canarias, también desveló que su situación no es mejor que la que vivió durante años trabajando en prisión. «Antes de la enseñanza trabajé 15 años en prisiones, centros de toxicómanos, pisos tutelados…Cuando empecé en la enseñanza pensé que sería el sitio perfecto. Pero no. Llegué a un instituto de Extremadura y todos los profesores tenían miedo». A su juicio, los profesores no están protegidos. «El único mecanismo para que funcione la autoridad es que te golpeen, en ese momento, todo el mundo te protege. Pero si hay un conflicto entre alumnos, no», lamenta. Este docente también coincidió en que las situaciones de violencia son cotidianas. «El día a día se viven situaciones disruptivas de baja o media intensidad, es decir, no hacen caso, no obedecen..Si tienes dos alumnos así, no puedes dar clase. Pero además, mis compañeros recibieron amenazas, les dijeron que les iban a pinchar gomas, rayarles el coche», etc.
Via: «Un alumno me arrastró a la ventana y me dijo que me tiraría si no le quitaba los apercibimientos»
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