La cubierta está a rebosar. Hay más de cien personas, también bebés. Todos han sido rescatados después de que se atrevieran a desafiar al mar a bordo de una patera superpoblada que nadie más elegiría como medio para cruzar el Estrecho. Suena la radio de la embarcación. «No recojáis más gente porque el barco se va a hundir con tanto peso». Hay que seguir, al menos hasta que llegue el relevo, porque es imposible dejar a su suerte a inmigrantes que se están jugando la vida contra el mar, por mucho que no tengan papeles. Esta situación, por extraordinaria que suene, es más habitual de lo que parece en el día a día los efectivos de Salvamento Marítimo, que llegan a arriesgar su integridad física para salvar a otros. Este verano se enfrentan a la peor oleada de pateras de los últimos años. Y lo están haciendo bien, porque hasta en los peores momentos han podido responder a las constantes emergencias. Mientras tanto, el Gobierno anunció el jueves que había llegado a un acuerdo para que el Open Arms, buque de la ONG Proactiva Open Arms, colaborara con Salvamento en las tareas de rescate de inmigrantes. No ha sentado muy bien. «Si lo ha dicho el ministro, habrá que obedecer, pero…». Así se expresan las fuentes de Salvamento -que depende de Fomento- consultadas por ABC. No pueden dar la cara puesto que hay directiva de guardar silencio alrededor de este tema. El Gobierno quiere evitar cualquier filtración y desde los canales oficiales se remiten al escueto comunicado con el anuncio de Fomento. El secretismo también afecta en la institución encargada de velar por la seguridad de las costas, donde existe «malestar y preocupación» ante el futuro encaje que el barco de la ONG catalana pueda tener en sus operativos. «No conocen los protocolos», responden las mismas fuentes, que cuestionan los métodos de la organización humanitaria: «Da miedo cómo hacen los rescates». Las diferencias, como dicen, no son difíciles de detectar. Por ejemplo, las embarcaciones de las que dispone Salvamento son mucho más ágiles, especialmente las salvamares, que se caracterizan por su rapidez ante cualquier emergencia, cualidad que se une a su capacidad para subir a los náufragos a cubierta. El Open Arms, por su parte, es un buque mucho más antiguo: data de 1974, mientras que ninguno de los barcos de Salvamento que operan en el Estrecho y Alborán entró en servicio antes de los años 90, como pronto. De igual modo, los efectivos que participan en los operativos de Salvamento acuden perfectamente protegidos con trajes de seguridad -tipo NBQ- para evitar cualquier problema al entrar en contacto con los inmigrantes. Algunos, a consecuencia de las penurias que han pasado, llegan enfermos. Hubo momentos peores Extraña en Salvamento que el Open Arms llegue como refuerzo justo ahora, en unas semanas en las que ha bajado notablemente el ritmo de llegada de pateras en la zona. La situación no es tampoco tranquila -se doblan las cifras del año pasado-, pero sí menos acuciante que en julio: entonces hubo días en los que se rescataron alrededor de mil personas mientras que ahora los días más complicados se saldan con unos 250 inmigrantes rescatados. «Cualquier medio es bienvenido. Hay trabajo para todos, pero aquí hay los medios suficientes como para dar la talla». Ese es el sentir tras el «fichaje» del Open Arms en Salvamento, institución que, si se hubiera visto sobrepasada por la continua llegada de inmigrantes a las costas del litoral andaluz, tiene protocolos establecidos para solicitar refuerzos. Salvamento mantiene convenios de colaboración para emplear los medios de la Guardia Civil, la Armada, el Ejército del Aire, Vigilancia Aduanera o Cruz Roja. ¿Costará dinero? No sueltan prenda ni en Proactiva Open Arms ni en Fomento sobre si esta maniobra, que desde el Ministerio ensalzan como un gesto político relevante, repercutirá en el erario público. «Nosotros pusimos de forma gratuita, desinteresada y sin ningún tipo de condicionante nuestros medios a disposición del Gobierno», recuerdan desde la ONG, que se ofreció en julio al Ejecutivo, con el que ahora se encuentran en el proceso de encontrar un armazón legal para este acuerdo. «El tema está verde todavía», reconocen fuentes conocedoras del caso, que también hablan de la coherencia de contar con una organización española para que opere en las aguas del Estrecho y Alborán y no en otras partes del Mediterráneo. «Tiene sentido», insisten desde Proactiva, quienes avanzan que la parte administrativa se cerrará en los próximos días. Entonces se disiparan todas las dudas del anuncio y por las que ABC pregunto a Fomento sin respuesta. Tampoco tienen demasiadas certezas en Salvamento Marítimo, donde pese a que coordinarán la actividad del Open Arms, no tienen muy claro todavía cómo se va a integrar esta embarcación en los operativos, cuál va a ser su función o qué turnos va a hacer. También preocupa que el personal de la ONG, pese a haber trabajado en zonas como Lesbos o el Mediterráneo Central, no conoce los protocolos de las embarcaciones de Salvamento. En el Gobierno están orgullosos de traer al Open Arms al Estrecho y Alborán, donde en unas semanas habrá un nuevo barco salvando vidas. Previsiblemente, cuando comiencen los rescates, el Open Arms atraerá todos los focos. A su lado, y aunque sean menos «famosos», estarán los barcos y efectivos de Salvamento. A ellos nadie les podrá quitar su hoja de servicio: este año ya han salvado más de 23.000 vidas. Y sin palmadas en la espalda.
Via: «Si el ministro dice que va a venir el Open Arms, habrá que obedecer, pero…»
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