Hispalis, la ciudad que duerme al río Guadalquivir para hacerlo navegable hasta para submarinos, se volcó este sábado a raudales en torno a su ribera para homenajear a los militares en el acto central del Día de las Fuerzas Armadas. Fue un acto emotivo en Sevilla, una celebración, un jolgorio enfundado en banderas de España y «vivas» al Rey y las Fuerzas Armadas que conmemoraban los 30 años de misiones internacionales, «30 años defendiendo la paz en el mundo», como reza el lema elegido para la ocasión por el Ministerio de Defensa. Al mediodía, con calor cenital de los que retratan el valor (dicen que 35 grados para empezar), comenzaron los actos con la llegada de Sus Majestades los Reyes, quienes fueron recibidos por los ministros de Defensa e Exteriores en funciones, Margarita Robles y Josep Borrell, el jefe de Estado Mayor de la Defensa, el general de ejército Fernando Alejandre, el resto de la cúpula militar y otras autoridades locales como el presidente andaluz, Juan Antonio Moreno, o el alcalde de Sevilla, Juan Espadas. El Rey, con uniforme de capitán general de la Armada Española, dio comienzo a los actos centrales con el habitual izado de la Bandera, la roja-amarillo-roja que va camino ya de sus 176 años el próximo mes de octubre. La Bandera es nuestra compatriota más longeva y fue traída a pie por la Guardia Real. El salto de la Patrulla Acrobática de Paracaidismo (Papea) no fue posible por un viento repentino a la hora citada. Frente a la plaza de toros de La Maestranza se situó la tribuna presidencial y el resto de autoridades. Como siempre, el homenaje a los que dieron su vida por España siguió al izado de la Bandera. Silencio, recogimiento, emoción ante los acordes de «La muerte no es el final»… y un enorme aplauso cuando la Patrulla Águila apareció, tiñendo de los colores de España el cielo, para dar por concluido un tributo que en esta ocasión cobraba más protagonismo. Sevilla reventó a aplaudir en ese momento. 2.600 militares Este año entre los invitados por el Ministerio de Defensa se encontraban 245 familiares de fallecidos en misiones internacionales. Un número de caídos que se sitúa en 186 tras treinta años de operaciones en el exterior. En el desfile aéreo y terrestre participaron 2.600 militares del Ejército de Tierra, Aire, Armada, Guardia Civil, Guardia Real y la Unidad Militar de Emergencias. En total, 177 vehículos, 34 motos y 85 aeronaves. En una ciudad aeronáutica como pocas -con base del Ejército del Aire a 50 kilómetros, en Morón de la Frontera, y con fábricas de Airbus de donde salen aviones como los A400M o C295 de transporte militar- el desfile aéreo fue muy esperado. Así, durante 8 minutos desfilaron 29 cazas Eurofighter y F-18 Hornet del Ejército del Aire y Harrier de la Armada Española; 36 helicópteros Tigre, NH-90 Caimán, EC-135, Seahawk o Super Puma y otras 20 aeronaves. A destacar también aviones como el citado A400M, los apagafuegos Bombardier o el longevo P-3 Orión de vigilancia que tiene también su base en Morón de la Frontera. Río Gualdaquivir Al aéreo siguió el desfile terrestre y es ahí, teniendo cerca en el eje Arjona-Paseo de Colón-Paseo de las Delicias donde el homenaje al paso de los militares se hizo más evidente. Los «vivas» a España y a las Fuerzas Armadas se sucedieron. Personal veterano, personal con alguna discapacidad o reservistas voluntarios fueron los primeros en desfilar. El habitual desfile motorizado trajo el rugir de cadenas de los carros de combate Leopardo o los blindados Pizarro, los vehículos anfibios de asalto de la Infantería de Marina, los quitanieves de la UME o los Husky que utilizan los militares para detectar la presencia de explosivos improvisados en la ruta de un convoy. Luego tuvo lugar el desfile a pie con todos los ejércitos y la Guardia Civil. Como siempre el desfile rápido de La Legión, y su mascota (un pony negro llamado Paco) o el caminar elegante de los Regulares (90 pasos por minuto) con sus capas (de Ceuta en esta ocasión) levantaron la mayor admiración de un público que no dejaba de aplaudir. Pero no nos olvidemos del Guadalquivir, donde se encontraban cinco buques de la Armada Española (entre ellos el submarino Tramontana) y otro de la Guardia Civil para despertar el deleite marino de esta ciudad que mira a su río como ninguna. Los actos, impecablemente organizados y coordinados por el jefe de la Fuerza Terrestre, el teniente general Juan Gómez de Salazar, concluyeron con el arriado de la Bandera y la marcha de los Reyes entre aplausos y «vivas» por las calles de Sevilla. Una posterior recepción ofrecida por el Ayuntamiento de Sevilla, en el Casino, con autoridades políticas, militares y sociales de la ciudad dará por concluida una jornada que cumplió con creces su cometido fijado en el Real Decreto de 1978 y luego ampliado en 1987: «El Día de las Fuerzas Armadas se configura como una jornada de encuentro y comunicación entre ciudadanos, civiles y militares, para acentuar su recíproca comprensión a tenor de los establecidos por la Constitución Española y el espíritu de las Reales Ordenanzas». Hispalis fue capital para las Fuerzas Armadas.
Via: Hispalis, capital de «calor» y cariño para las Fuerzas Armadas y los Reyes
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