Siete horas. Es el tiempo que tardó en darse la vuelta una negociación a la que a última hora de la noche del lunes no se había subido la organización empresarial, empeñada en proteger a todas las empresas, grandes, medianas y pequeñas, y no solo al turismo, de los efectos de una pandemia que está haciendo estragos en el tejido productivo y en el empleo. Hoy hay claros ganadores, la CEOE y la ministra Díaz, y un perdedor, el ministro de Seguridad Social, a quien le ha tocado hacer renuncias para llegar a un acuerdo en el diálogo social que protegerá, en mayor o menor medida, a las empresas españolas en la pandemia. Llegar a hasta aquí ha sido un camino empedrado. Semanas de tensiones y una negociación dura y maratoniana de última hora. Quedaba poco tiempo porque los ERTE decaían hoy. Hasta pasada la una de la madrugada estuvo el presidente de los empresarios, Antonio Garamendi, reunido con sus hombres de confianza en la sede de Diego de León 50 a la espera de que llegara una última oferta del Gobierno para subirse al acuerdo o, en el peor de los casos, preparar el terreno para un «no». Los empresarios se hubieran tenido que justificar. Era necesario en este caso redactar un argumentario porque el Ejecutivo y, sobre todo, UGT y CC.OO. se les iban a echar encima. Los secretarios generales de ambos sindicatos, Pepe Álvarez y Unai Sordo, ya habían dado el sí a la prórroga del Gobierno a la espera del visto bueno de sus órganos de dirección. «Hay un texto que podría dar pie, sin duda, a un acuerdo tripartito. Si no fuera así, ese texto debería modificarse. El acuerdo bipartito debiera ser otro», dijo Sordo concluida la reunión que acabó sin acuerdo el lunes. El líder sindical instaba a Trabajo y Seguridad Social a cerrar un pacto solo con sindicatos. Sobre las ocho de la mañaña de ayer llegó la última oferta a las empresas. Escrivá se apeaba de sus primeras intenciones y cedía en las exoneraciones. Se fijaba un abanico de ayudas en el pago de cotizaciones para todas las empresas en ERTE en porcentajes muy superiores a los actuales. Este había sido el objetivo de Garamendi desde el primer momento; llegar a todas las empresas afectadas por los confinamientos. «No vamos a dejar atrás a ninguna empresa, ni al comercio, ni a la hostelería porque hay muchas familias detrás, porque son el día a día de la economía de este país y porque la mayoría de trabajadores que han ido al paro son de estos sectores», avisó el presidente de la CEOE en una entrevista con ABC publicada el pasado domingo, a pocas horas de que la patronal se sentara de nuevo en las mesas de negociación. La cerrazón del ministro de Seguridad Social, José Luis Escriva, ha hecho muy difícil que los empresarios pusieran el sello a un acuerdo para ampliar los ERTE que, en un primer momento, solo protegía el empleo para el turismo. «No puede haber un café para todos en el acuerdo para prolongar los ERTE porque la pandemia no afecta a todas las empresas por igual», dijo el titular que gestiona las pensiones solo unos días antes de cerrar el acuerdo, mientras su compañera de negociación Yolanda Díaz mediaba para lograr que las empresas también respaldarán la ampliación de la protección al empleo hasta el 31 de enero. «El Gobierno no va a dejar caer a las empresas, ni a los trabajadores», repetía. Ha sido el mantra de la titular de Trabajo durante el diálogo tripartido, que ya suma seis acuerdos clave del diálogo social.
Via: La cesión de Escrivá precipitó el pacto con los empresarios
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