Ultimamente, cuando arranco mi coche, como si fuera un caballo con querencia, se me va hacia Portugal. Yo lo dejo, claro, porque también me tira cruzar esa frontera inexistente y encontrarme de pronto en un lugar tan familiar y tan diferente a la vez, tan mío y tan ajeno.Seguir leyendo.
Via: Un viaje redondo por el Alentejo

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