Un incómodo sentimiento de culpa recorre el urbanismo y la arquitectura con cada atentado. Sucedió después de los ataques a las torres gemelas del 11-S, cuando el debate colateral se empeñó en cuestionar la altura de los edificios y su resistencia estructural a la arbitrariedad terrorista. Se repitió la reflexión tantas otras veces. Desde el ejercicio intelectual de acusar al diseño de la banlieue parisina de cultivar el odio en su aislamiento periférico, hasta los bolardos y la recomendación de colocarlos en los extremos de las Ramblas que se reprocharon los cuerpos policiales este verano. Una reflexión de urgencia configura la base de un nuevo urbanismo, esta vez basado en la seguridad y la construcción de muros en el espacio público. ¿Volvemos a la ciudad fortaleza?Seguir leyendo.
Via: El urbanismo en la era posterrorista

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