El Rey ha llamado esta noche a «integrar nuestras diferencias dentro del respeto a nuestra Constitución, que reconoce la diversidad territorial y preserva la unidad que nos da la fuerza». En su Mensaje de Navidad más difícil –debido a las negociaciones del PSOE con los separatistas para formar Gobierno–, Don Felipe ha instado a «anteponer el bien común a los intereses particulares», recordó que corresponde al Congreso otorgar o no su confianza al candidato a presidente del Gobierno, y ha emplazado a la Cámara a «tomar la decisión que considere más conveniente para el interés general de todos los españoles». Además, advirtió de que «el progreso de un país» depende en gran medida «del adecuado funcionamiento del Estado» y alertó del «deterioro de la confianza de muchos ciudadanos en las instituciones». A Cataluña la calificó como «una seria preocupación». Aunque reconoció que «los desafíos que tenemos por delante no son sencillos», el Rey se mostró convencido de que «los superaremos»: «Confiemos en nosotros mismos, confiemos en España y mantengámonos unidos en los valores democráticos», «sin divisiones ni enfrentamientos que solo erosionan nuestra convivencia y empobrecen nuestro futuro», afirmó. Texto íntegro del Mensaje A continuación, reproducimos el texto íntegro del Mensaje de Navidad: «Hace cinco años tuve el honor, por primera vez como Rey, de felicitaros la Navidad y de transmitiros un mensaje de afecto y buenos deseos para el nuevo año. Un mensaje también de compromiso con mi vocación de servir a España con lealtad, responsabilidad y total entrega. Por tanto, os agradezco que me permitáis nuevamente compartir con vosotros unos minutos en esta noche tan especial. Y lo primero que quiero hacer, naturalmente, es desearos –junto a la Reina, la Princesa Leonor y la Infanta Sofía– la mayor felicidad y paz en estos días en los que nos reunimos con nuestras familias y seres queridos. Y en estas horas queremos tener un recuerdo muy especial con todo nuestro cariño para las familias y personas más afectadas y que más han sufrido –incluso trágicamente– las consecuencias de las inundaciones y las riadas que se han producido en España durante los últimos días, como lo fueron otras muchas a lo largo del año. Se dice –y es verdad– que el mundo no vive tiempos fáciles. Quizás nunca lo sean del todo; pero los actuales son, sin duda, tiempos de mucha incertidumbre, de cambios profundos y acelerados en muchos ámbitos que provocan en la sociedad preocupación e inquietud, tanto dentro como fuera de nuestro país: La nueva era tecnológica y digital, el rumbo de la Unión Europea, los movimientos migratorios, la desigualdad laboral entre hombres y mujeres o la manera de afrontar el cambio climático y la sostenibilidad, entre otras…, son cuestiones, en fin, que están muy presentes y condicionan ya de manera inequívoca nuestras vidas. Y junto a todo ello, la falta de empleo –sobre todo para nuestros jóvenes– y las dificultades económicas de muchas familias, especialmente aquellas que sufren una mayor vulnerabilidad, siguen siendo la principal preocupación en nuestro país. Es un hecho que en el mundo –y también aquí–, en paralelo al crecimiento y al desarrollo, la crisis económica ha agudizado los niveles de desigualdad. Asimismo, las consecuencias para nuestra propia cohesión social de la revolución tecnológica a la que me he referido antes, el deterioro de la confianza de muchos ciudadanos en las instituciones, y desde luego Cataluña, son otras serias preocupaciones que tenemos en España. Ahora, después de las elecciones celebradas el pasado 10 de noviembre, nos encontramos inmersos en el procedimiento constitucional previsto para que el Congreso de los Diputados otorgue o deniegue su confianza al candidato propuesto para la Presidencia del Gobierno. Así pues, corresponde al Congreso, de acuerdo con nuestra Constitución, tomar la decisión que considere más conveniente para el interés general de todos los españoles. Os decía al principio que no vivimos tiempos fáciles; pero también creo que, por eso precisamente, debemos tener más que nunca una confianza firme en nosotros mismos y en España, que siempre ha sabido abrirse camino cuando hemos afrontado el futuro con responsabilidad, con generosidad y rigor; con determinación, pero también con reflexión y serenidad. Y tenemos razones sobradas para tener esa confianza. El progreso de un país depende, en gran medida, del carácter de sus ciudadanos, de la fortaleza de su sociedad y del adecuado funcionamiento de su Estado. El pasado 19 de junio tuve el gran honor de condecorar con la Orden del Mérito Civil a 41 ciudadanos procedentes de toda España. Mujeres y hombres, mayores y jóvenes, de orígenes y condiciones diversos, que son un verdadero ejemplo de dignidad y fiel reflejo de lo mejor de nuestra sociedad. Sacrificio y superación Pude apreciar personalmente su generosidad y espíritu solidario, su capacidad de sacrificio y superación, su disposición para ayudar a los demás y anteponer el bien común a los intereses particulares, su coraje en situaciones adversas; cualidades que son expresión de las virtudes cívicas que inspiran a la inmensa mayoría de nuestros ciudadanos. Se trata, sin duda —y me interesa especialmente resaltarlo—, de actitudes que han ido forjando paso a paso la personalidad de los españoles y moldeando nuestra sociedad actual a lo largo de estas ya cuatro décadas de democracia. Una sociedad que ha experimentado una transformación muy profunda, como jamás antes en nuestra historia; que vive conforme a valores y actitudes compartidos con las demás sociedades libres y democráticas; que es y se siente profundamente europea e iberoamericana; y que no está aislada, sino muy abierta al mundo y plenamente integrada en la sociedad global. Una sociedad que ha hecho frente –y ha superado– situaciones muy difíciles con una serenidad y entereza admirables, demostrando una gran resistencia y madurez. Una sociedad, en fin, emprendedora y generosa, que desarrolla una gran creatividad y un liderazgo indiscutible en muchos campos como la ingeniería, la medicina, la ciencia, la cultura, el deporte o la empresa. Vivimos en un Estado Social y Democrático de Derecho que asegura nuestra convivencia en libertad y que ha convertido a España…
Via: El Rey insta a «integrar nuestras diferencias dentro del respeto a la Constitución»
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