A lo largo de los últimos diez años, Jean-Luc Godard se ha acabado quedando solo. La década comenzó con las muertes de Éric Rohmer y Claude Chabrol. Prosiguió con las de Alain Resnais y Jacques Rivette. Concluyó con el luto por Agnès Varda y Anna Karina. Al borde del nuevo decenio, Godard se ha convertido en el único superviviente de la Nouvelle Vague —con el permiso de Jacques Rozier, que dejó de rodar hace más de 20 años—, en el último de aquellos revolucionarios que cambiaron para siempre la manera de hacer cine.Tras su ataque al corazón en 2015, se creyó que su salud era frágil. Regresó tres años después con una obra indescifrable y profética, El libro de imagen, que no tenía aspecto de testamento, sino más bien de un nuevo comienzo, el enésimo en su larga carrera. Su título provisional era Renacimiento. Esa habrá sido la palabra clave en su trayectoria, durante la que habrá perseguido una reinvención constante de su persona, de su cine, de todos los cines.Seguir leyendo.
Via: Godard, el rey del cine que vive como un paria

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