Escribir para olvidar o recordar. Escribir para revivir o sepultar. Escribir para curar o sangrar. Escribir porque un escritor no sabe hacer otra cosa. El duelo, un trance universal y al mismo tiempo único, ha alimentado algunas obras excepcionales a lo largo de la historia. Pero es en estos tiempos de la literatura del yo y de la autoficción, en estos días de intimidades descarnadas y públicas, donde el género es más frecuentado. En esta lucha contra los demonios de la pérdida, algunos autores crean pequeñas obras maestras.  Seguir leyendo.
Via: 9 libros de la muerte que hablan de la vida

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