La comarca lucense de A Mariña ha amanecido este lunes aislada de su entorno. La orden de confinamiento decretada por el Gobierno gallego para frenar a toda costa los contagios de coronavirus ha hecho mella en los concellos de esta región, que de la noche a la mañana han visto restringidas las libertades de movimiento recuperadas tras la entrada en la nueva normalidad con el consiguiente impacto económico que ello supone. Con los datos de este lunes hay 128 positivos, de los cuales nueve ya se han recuperado. Hay 22 nuevos casos en las últimas horas y cuatro siguen ingresados. En el municipio de Ribadeo, colindante con la frontera asturiana y extremo oriental de la comarca, los efectos de la nueva medida se hicieron notar ya desde anoche. Horas antes de la entrada en vigor de la orden a medianoche, las calles del municipio lucían prácticamente «desiertas», según los vecinos consultados. El rumor del cierre total había venido cobrando fuerza en los últimos días, y cuando la noticia fue finalmente anunciada por la Xunta fueron muchos los que prefirieron quedarse en casa por temor a caer en desgracia. A ello se sumó la estampida del turismo, después de que los veraneantes de los hoteles hicieran las maletas para salir a toda prisa y no quedarse de esa forma encerrados. «El mes de julio no estaba teniendo mala pinta. Teníamos reservas para estas próximas semanas y todas se han cancelado tras esto. Anoche teníamos 32 personas alojadas y todos se fueron nada más decirles que la comarca iba a quedar cerrada para los próximos cinco días», lamenta Francisco Bouza, propietario de un hotel de la principal avenida de Ribadeo. «Ha sido una falta total de responsabilidad por parte de la ciudadanía, parece que no hemos aprendido nada en estos tres meses en casa», añade. El temor a que el impacto económico de la orden se prolongue más allá de los cinco días estipulados es algo que inquieta con creces al resto de comerciantes. Los hay que incluso se atreven a dar por perdido el verano. «No es algo que vaya a terminar de un día para otro», aseguran. El trasiego en las calles tras la huida de foráneos se ha reducido notablemente, y eso es algo que también notan en los locales de hostelería y otros comercios. «Hoy he facturado lo mismo que facturé el 14 de marzo [día de la declaración del estado de alarma]», afirma Susana Suárez, empleada de una panadería. En lo que todos, comerciantes y vecinos, coinciden, es en la «irresponsabilidad» social que ha dado pie a la actual situación. «Le echan la culpa a los jóvenes [el rebrote afecta a personas de en torno a 30 años y se originó en varios bares de la zona del puerto de Burela], pero hay mucha gente que va sin protección y no guarda la distancia», apunta María Isabel Maseda, que vuelve por la calle a casa con la compra. Otro de los consensos en el municipio resulta innegable: «Si antes la gente ya tenía miedo, ahora que lo tienen más presente que nunca la preocupación es máxima».
Via: Miedo a un «verano perdido» en A Mariña
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