José María O’Kean Alonso (Sevilla, 1957) es catedrático de Economía Aplicada en la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla y en el IE Business School. Amante de la tecnología, es experto en el impacto económico de las TICs pero también un gran observador de la Semana Santa y de las tradiciones sevillanas, aunque se sienta ciudadano del mundo y pronuncia conferencias por todo el planeta desde sus tiempos de investigador visitante en Harvard. De su padre, uno de los mejores sastres de Sevilla, heredó su pasión por el diseño y su amor por la hermandad del Valle, del que su progenitor fue hermano mayor y en la que ha salido de costalero y nazareno. —Mi padre era un gran tipo con dos objetivos en la vida: la familia y la consideración social, quizá porque eran dos cosas que le habían faltado ya que su padre había muerto siendo él muy chico. Se esforzó mucho en eso y consiguió ser un gran sastre, presidente del Club Náutico y hermano mayor de la hermandad del Valle. En la que usted salió de costalero. Fui el patero izquierdo de la Borriquita y del Valle. También salí de nazareno pero me cansé. Luego volví a salir por una promesa que le hice a mi padre siendo él aún hermano mayor. Cuando yo tenía 5 años y salía de monaguillo, mi padre era costalero en la época de los profesionales. A mi padre le llamaban Don José y él tiraba del zanco. Luego coincidimos de costaleros. ¿Las hermandades son las que articulan la sociedad sevillana? Sevilla es una sociedad que no necesita otras cosas porque en la Semana Santa todo el mundo es alguien y siente que tiene su sitio. Hay tantos nazarenos y tantas bandas que todo el mundo tiene su puesto y está orgulloso de él. Pero esto tiene una contrapartida, que dedicamos un gran esfuerzo a algo que es muy festivo, igual que Cádiz con las chirigotas. Igual podíamos dedicarle ese esfuerzo a otras cosas más productivas. La que se ha armado con los cambios de la Madrugada. En Sevilla no gustan mucho los cambios y la Semana Santa es un reflejo. La revolución tecnológica lo está cambiando todo pero en la Semana Santa lo más que ha logrado es que el de la Cruz de Guía lleve un pinganillo. ¿Entiende que haya tanto debate por pasar por una calle en lugar de por otra? Es que te cambian la calle y te cambian la referencia. La Semana Santa trabaja sobre la nostalgia del pasado y de que el año que viene verás ese paso por el mismo sitio. Y si cambia el horario también puede cambiar la luz, ser de día o de noche. Yo quiero ver al Gran Poder por el mismo sitio y a la misma hora que siempre y si lo cambian, por ahí no paso. Hay otros cambios que me molestan menos. ¿Le parece bien la propuesta de Moeckel de que los nuevos hermanos no puedan salir hasta dentro de tres años? En economía decimos que el consumidor siempre lleva la razón y el cliente de la Semana Santa es la persona que la ve y esa persona no puede estar viendo pasar nazarenos durante hora y media para ver un paso. Entre otras cosas, porque entonces se van a llevar sillas, mesas y fiambreras. Pero en Sevilla todo el mundo quiere ser protagonista y quiere salir de nazareno. Usted es del Valle, que no tiene muchos nazarenos y pasa en poco tiempo… Por eso me dirán que no puedo hablar pero creo sinceramente que una cofradía debe tardar como máximo una hora en pasar. Por ese alargar la cosa, ciudad se paraliza y surgen problemas con esa otra sociedad sevillana que no comparte ese interés y que reacciona con contrariedad, botellonas y falta de respeto. Yo lo veo insostenible. ¿Es partidario de aplicar «numerus clausus»? La propuesta de Moeckel trata de combatir el efecto moda porque hay gente que no es de Sevilla a la que los amigos le invitan a salir de nazareno. Y no saben lo que es un tramo ni lo que es un cirio ni que no se puede hablar. La Semana Santa nos define a los sevillanos y explica por qué no podemos hacer otra cosa. ¿Y la Feria? La Feria es la dualidad de la ciudad. La parte de delante de la caseta, arrreglada y genial, y la trastienda, que es un cutrerío. Capaz de montar algo increíble pero el trastero está fatal. El placer de lo efímero. Pasa y se va. Clasismo ¿Se refleja también en ella el clasismo de la ciudad? En Sevilla todo el mundo es clasista pero con distintas estéticas de clasismo. Es una ciudad de privilegios donde el dinero no consigue ciertas cosas sino es a través del privilegio. No puedo comprar una caseta ni asegurarme el mejor palco. El precio es estable y hay una cola. Luego hay subterfugios pero no es tanto por corrupción como por privilegio. El dinero no define que tengas caseta o no. Todo el mundo entiende en Sevilla que está en su sitio. El que es un de barrio encuentra en él una aceptación y no se cambia por otro barrio. Siempre hay blancos y negros, duales: los grises no nos gustan. ¿Por qué Sevilla es tan impermeable a lo moderno? El valor de lo antiguo pesa mucho más que la modernidad en Sevilla. Hay un rechazo en la ciudad a los cambios y a la tecnología. Al sevillano le cuesta mucho cambiar porque vive bien en lo que hace todos los días. Es una ciudad con una rutina gloriosa: Semana santa, Feria, Navidad, el Rocío al que le guste, y luego viene el calor y te tienes que ir. Aquí nunca entramos en el tedio porque la ciudad tiene claras diferencias según las épocas del año. Esta ciudad marca mucho, es muy bonita de vivir pero no debería pesar tanto la tradición, con unos niveles de renta muy…
Via: «La Semana Santa explica por qué en Sevilla no se puede hacer otra cosa»
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