Dog whistle politics es un concepto habitual en la política anglosajona. Define etiquetas y argumentos que funcionan como esos silbatos especiales que emiten sonidos tan agudos que solo los perros pueden identificar: la mayoría de la población no oye nada extraño cuando dichos argumentos son mencionados, pero para una minoría estas mismas palabras tienen un significado distinto, muy concreto. De esta forma, activan una respuesta concreta esquivando la atención del resto. Esto es particularmente útil cuando se juega con mensajes potencialmente polémicos o polarizadores. En Estados Unidos el término se popularizó con la conocida como “estrategia sureña” de los republicanos, según la cual el partido de Nixon apeló al voto blanco de los Estados del sur a partir de mediados de los años sesenta, siguiendo a la aprobación de las leyes proderechos civiles por parte de los demócratas en Washington. Sabían que las ideas raciales y racistas tenían un mercado allí, pero iban a resonar en un país cada vez más diverso y abierto, en el que poco a poco el consenso se construía en torno a la norma social antirracista. Por ello, los republicanos necesitaban cuestiones que hiciesen referencia indirecta a los afroamericanos, pero sin atribuir directamente la causa. “Los problemas de los centros de las ciudades”, “las drogas”, “la necesidad de ley y orden” son algunos ejemplos de estos dog whistles.Una técnica que ha penetrado en la política española de los últimos años casi sin darnos cuenta. Y lo ha hecho por la puerta del conflicto catalán.Seguir leyendo.
Via: El silbato nacionalista
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