Así es la familia de Rota a la que le ha tocado la cesta con piso en Chipiona

Con una charanga, la expectación propia de un gran evento y la alegría, copa de champán en mano, de que «te haya tocado una vida». Así se desarrolló la entrega simbólica de la gran cesta de navidad de la Venta del Pan, sorteo aparejado a la extracción del de la ONCE del día 6 de enero y que obsequiaba, además de otros 100 artículos, con un piso en el centro de Chipiona. La suerte de este sorteo parece haberle cogido el gusto a la provincia de Cádiz. Tras recaer en Arcos de la Frontera (2016) y Chipiona (2017), la familia agraciada de esta última edición es de Rota, localidad vecina al lugar donde se encuentra el codiciado inmueble. «Creo que lo van a poner a nombre de su hijo, de 19 años, que quería independizarse pero no podía por lo complicadas que están las cosas», explica emocionado Raúl Galán, gerente del local. Los regalos tecnológicos «cruzarán el charco» con destino Irlanda. Allí es donde estudia actualmente la hija menor de José María, de 16 años, «que ya se ha pedido, por ejemplo, uno de los smartphones», aclara Galán, incansable alma mater de este sorteo que ya va por su tercer año de grandes premios. EN VIDEO El gerente no oculta su entusiasmo por el perfil de los premiados, «una familia con “ganas de juerga”, de vivir el sorteo más allá del dinero». De hecho, asegura que es el primer año en el que «no piensan vender nada, al menos de momento, pues están en una nube». No es para menos, pues la suerte «se esforzó» en que fuera José María el agraciado. «Compraron las papeletas en el Puente de la Inmaculada. Volvían desde Córdoba y fue el cuñado quien insistió en salir del peaje y venir a participar en el sorteo. Compró dos, y a última hora José María se animó. Al entregárselas, se las dieron desordenadas, y la que terminó tocando fue “la del medio”, la que llevaba José María», comenta con sorpresa Galán, pues sólo una papeleta le ha bastado para lograrlo, mientras hay otros clientes que llevaban 10-15 por cabeza. A por la siguiente El trabajo de la Venta del Pan no termina aquí, más bien empieza. «Durante 15 días nos ponemos codo con codo con el ganador para solventar todo el papeleo, matricular los vehículos y poner el piso a nombre del miembro de la familia que ellos decidan», explica el gerente. «La hermana del ganador es asesora y le ha transmitido toda la tranquilidad tras ver las bases del sorteo», cuenta Galán, que tiene especial preferencia por que los ganadores sean clientes del establecimiento. «Nos han pedido hasta desde el norte de España que les enviásemos las papeletas, aunque fuera por Whatsapp. Pero nos gusta que vengan aquí, que nos conozcan, y que así podamos ampliar la gran familia que es la Venta del Pan». Al fin y al cabo, según el organizador, «esto es como un aguinaldo a nuestros clientes». Los agraciados, con la charanga «La Cantina», que amenizó la simbólica entrega – RAÚL GALÁN El esfuerzo es considerable, y también la incertidumbre para que salgan las cuentas a los organizadores, cuya actividad real es la hostelería. Sin embargo, el sorteo de 2018 ha sido de récord, con más del 85% de las papeletas vendidas. Con la euforia de que todo ha salido a pedir de boca, ya tienen la mirada puesta en el del año que viene. «Se empieza a organizar en cuanto terminemos con José María. Queremos que sea aún mejor, pero tampoco queremos subir el precio de las papeletas. Nos gusta que siga siendo popular», aclara. Respecto a duplicar con un segundo sorteo al año, la respuesta es firme: «no queremos que pierda este carácter especial, que se convierta en algo monótono». Para los premiados, desde luego, la monotonía no es el término que mejor vaya a definir su nueva vida. Tienen más de 100 razones para que así sea. La suerte que cambia la vida Raúl Galán se enorgullece al hablar del vínculo que este sorteo crea con los distintos ganadores. Por ejemplo, siguen muy de cerca la historia de Ildefonso Castro, el agraciado de 2017, que de vez en cuando les visita con su familia y sus primos. El joven, chipionero, vendió el piso situado en su localidad natal y gracias a eso pudo comprar «una parcelita y un tractor». «Su sueldo, lo que le hace ganarse la vida, lo tiene gracias a La Venta del Pan. Es un orgullo pensar que nuestro esfuerzo sirve para que una familia salga adelante».
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