Días atrás pude comprobar cómo una corresponsal de Televisión Española en el extranjero recibía una llamada en su móvil nada más terminar una crónica transmitida en directo. El motivo era una recriminación por la descripción que había hecho de los políticos sobre los que estaba informado. Su interlocutor, miembro del comité de empresa de RTVE, exigía una definición más agresiva de un político conservador del que ella estaba hablando. El ambiente ya reflejaba la nueva realidad de la corporación. La izquierda se considera la propietaria de la radiotelevisión pública como los independentistas creen poseer la radiotelevisión catalana. Son medios públicos, pero solamente de una parte del público. Ayer tuvimos el mejor ejemplo de esto. Pablo Iglesias escenificó en directo el nombramiento de un periodista de su confianza como nuevo presidente de Radio Televisión Española. Según dijo, la persona escogida se debía a que «en la negociación [entre PSOE y Podemos] ha habido una cuestión que ha quedado clara desde el principio: TVE tiene que dejar de ser un aparato de propaganda del partido que gobierne». Y ¿quién es la persona ideal para que TVE deje de ser un «aparato de propaganda del partido que gobierne»? Pues un periodista llamado Andrés Gil del que confieso que en treinta años de carrera profesional no he oído hablar nunca -lo que sólo demuestra cuán ajeno a la realidad en la que vivo estoy. Gil hizo el master de «El País» y trabajó en el diario gratuito ADN antes de incorporarse a «Eldiario.es», órgano de expresión muy próximo a la izquierda podemita, donde es su redactor jefe de política. ¿Su experiencia en televisión? La de verla sentado en el sofá de su casa. ¿Sus conocimientos para dirigir un equipo de casi 7.000 empleados? No se descarta la posibilidad de que sea aficionado a los soldaditos de plomo. Y entonces, ¿por qué anuncia Pablo Iglesias ese nombramiento? ¿Nos toman por idiotas cuando nos dicen que tiene que dejar de ser un aparato de propaganda del Gobierno? Evidentemente sí. Y mientras te justifican el nombramiento que contradice su planteamiento teórico, te van miccionando en la pernera del pantalón. Con gran deleite. Uno de los mayores pecados políticos del PP a lo largo de los años de presidencia de Aznar y Rajoy ha sido el dejar todos los medios audiovisuales en manos de la izquierda. El último caso fue el de la creación de Atresmedia con la incorporación de «La Sexta» en contra del criterio de la Comisión Nacional de la Competencia. Ahora la democracia española se encuentra con todas las televisiones alineadas en la misma posición ideológica y TVE controlada por Podemos. Por no hablar de Telemadrid, que todavía no se ha recuperado del giro a la izquierda que le dio aquella fallida sucesora de Mariano Rajoy que se llama Cristina Cifuentes. Imaginen ustedes que el PP hubiera llegado al poder sin ganar unas elecciones y que hubiera colocado al frente de la radiotelevision pública al jefe de política de un pequeño diario digital de línea dura, tan dura como «Eldiario.es», pero en el extremo opuesto. Y que el nombramiento lo hubiera anunciado no el presidente del Gobierno, si no un aliado circunstacial, por ejemplo el presidente de VOX. La reacción de la izquierda española requeriría la recuperación para el periodismo del siglo XXI de don Benito Pérez Galdós y su narración de la batalla de San Quintín. Pero aquí no pasa nada.
Via: Nos toman por idiotas

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