El 2 de diciembre de 2018 se recordará como la fecha del hundimiento del régimen socialista andaluz. La de anoche fue la victoria más amarga del socialismo en su principal bastión. Bajo el mando de Susana Díaz el partido hegemónico ha registrado los peores resultados de su historia de tal forma que no le salen las cuentas para gobernar. El PSOE ha perdido más de medio millón de votos en tres años y por primera vez en su historia no supera el millón de papeletas en su feudo más fiel. Fue una noche con suspense. La encuesta de ABC avanzó a los andaluces a las ocho de la tarde la posibilidad del cambio que se confirmaría dos horas después con los primeros datos del escrutinio, retrasado por la demora en el cierre de los colegios electorales de Sanlúcar de Barrameda (Cádiz), donde hubo que reponer papeletas de Equo. Susana Díaz, que fracasó en las primarias de su partido, sufrió en realidad ayer su peor derrota, la de la entrega de la Junta de Andalucía con todo lo que significa tras 37 años de gobierno monocolor. «Las derechas», como la presidenta llamaba despectivamente a PP, Ciudadanos y Vox para incluirlas en el mismo saco ideológico, le han ganado las elecciones. La oferta de Susana A pesar de la caída, del «retroceso de las izquierdas», Susana Díaz ofrecía anoche su versión más soberbia sin autocrítica para ofrecer «al resto de fuerzas políticas» un acuerdo para situarlas en la diatriba de elegir entre ella o la «extrema derecha». Al contrario de lo que ocurrió con Javier Arenas en 2012, Díaz no ha asumido su particular derrota democrática. Juanma Moreno, líder andaluz del PP, se postulará como presidente apelando a los votos de Ciudadanos y Vox, las dos formaciones claramente vencedoras en estos comicios. La formación naranja, que posibilitó la investidura de Susana Díaz en 2015 y prometió en su programa electoral no hacerlo bajo ningún concepto en esta ocasión, ha doblado su representación. Vox estrena presencia institucional a lo grande, con 12 diputados, lo que no le daban las más optimistas de las encuestas. Ahora es determinante para apoyar un cambio de gobierno histórico en Andalucía. Un cambio trascendente en la actual coyuntura política española. Andalucía ha sido la puerta de entrada de Vox a las instituciones. El partido de Santiago Abascal lo celebró al grito de «¡España! ¡España!» en un hotel de la capital andaluza. En esta noche de las paradojas no fue menos la del PP. Los populares, con 26 escaños, replican el suelo electoral que en 1990 obtenía Gabino Puche, pierden siete escaños pero pueden ganar un gobierno, el ansiado gobierno andaluz que tanto se les resistió. Juanma Moreno, cuyo liderazgo había sido cuestionado antes y durante la campaña electoral incluso desde sus propias filas, puede ser el próximo presidente andaluz, gracias a resistir como segunda fuerza política a pesar del fulgurante ascenso de Ciudadanos. Moreno aspira a presidente Moreno ha resistido en esa posición a pesar de la caída de votos que ha registrado el PP en Sevilla, donde queda como cuarta fuerza política, demostrando las consecuencias nefastas que tienen las luchas internas. Nada de esto se recordaba ayer en la sede regional de los populares andaluces, la misma en la que Javier Arenas entonó en 2012 aquel «hasta aquí hemos llegado» cuando, tras ganar por primera vez las elecciones no alcanzó la mayoría absoluta. Ayer, Moreno -todavía incrédulo- era aclamado por la militancia popular al grito de ¡presidente!, ¡presidente! Para que eso ocurra queda mucho por pactar en Andalucía con dos fuerzas ganadoras que, como el PP se habían movilizado por el cambio político. Ciudadanos se había comprometido con su electorado a apoyar un gobierno de cambio en Andalucía. Anoche, su líder en Andalucía, lo confirmaba en su primera intervención: «El cambio ha llegado a Andalucía». Entre gritos de «¡Ahora sí!» la formación naranja, con Albert Rivera e Inés Arrimadas apoyando al candidato tras haberse volcado en la campaña andaluza, celebraron haber doblado su representación parlamentaria. Quedaba el resquemor de no haber conseguido superar al PP para proyectarse como presidente. El pacto de Rivera En la dolorosa derrota socialista, había voces reclamando a Ciudadanos un pacto diferente, que no podría pasar en ningún caso por mantener en la presidencia a Susana Díaz. Albert Rivera contestaba a Susana Díaz: propondrá a Marín como presidente para que lo voten socialistas y populares y evitar así el apoyo a Vox. Un pacto sin antecedentes y cuyas consecuencias pueden ser autodestructivas. Susana Díaz que tanto había denostado a Podemos, aunque con el tiempo dejó de tratar al partido de Pablo Iglesias como la «extrema izquierda», echó ayer en falta un mejor resultado de la confluencia de Podemos e IU. El que había asumido en la peor de sus pesadillas donde no había lugar para perder el poder. Pero la confluencia no ha sumado. El experimento, que no contaba con todo el apoyo de la dirección nacional de Podemos, se deja cinco diputados por el camino y cuestiona el liderazgo de Teresa Rodríguez, que no supo aprovechar la caída del PSOE andaluz.
Via: Andalucía vota cambio 40 años después

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