El fútbol como peligro. “Las imágenes que conmocionan al mundo”, tituló hace un tiempo la web de un periódico deportivo para presentar un vídeo donde un equipo escuchaba la arenga guerrera de su capitán antes de un partido. Ocurrió en Rosario, Argentina. Maxi, el capitán de tan fascinante historia, tenía trece años y se desgañitaba mientras sus compañeros lo escuchaban abrazados, como si los esperara el patíbulo. Maxi hablaba del escudo, mientras lo sacudía como bandera que los inspiraría durante la batalla en el ya delirante duelo entre Newell’s y Central. Ni una sola palabra sobre el placer y el orgullo bien entendido puestos al servicio del juego. ¡13 años! Las imágenes, difundidas como ejemplo de competitividad, eran la prueba del despropósito formativo que compromete desde entrenadores hasta padres. El fútbol, así entendido, es una droga cutre que deberíamos prohibir a menores de edad.Seguir leyendo.
Via: La sierra eléctrica del Liverpool
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