No han sido estos los mejores diez días de la vida de Juan Guaidó. Su colaborador más cercano está detenido, su primo y su hermano acusados de fraude por intentar acceder a los fondos venezolanos en el exterior, Nicolás Maduro lo llamó “terrorista” y su mano derecha, Diosdado Cabello, le quitó la inmunidad y preparó el traje legal que puede enviarlo a la cárcel en cualquier momento. Pero lo más duro fue contestar a los ataques desde dentro. Le han llamado Bambi, tibio y carente de liderazgo por el lento ritmo que lleva la protesta contra Maduro. Por eso cuando el martes Cabello terminó de hablar, Guaidó pronunció uno de sus discursos más tensos y solemnes. Durante el mismo volvió a criticar la “dictadura” en Venezuela y despreció a quienes piensan que tirará la toalla. “Cuando empecé esta lucha, en la época estudiantil, no tenía inmunidad, así que no vamos a cambiar. Si el régimen me secuestra y comete un golpe de Estado, llamo a la movilización en las calles”, clamó. Con sus palabras envió una clara respuesta al régimen y mandó a callar a los aliados que lo cuestionan. No fue la intervención del presidente encargado. Fue el dedo en la boca de Ronaldo tras marcar un gol exigiendo silencio a la grada que lo silbaba minutos antes.Seguir leyendo.
Via: Juan Guaidó, retrato de un líder en construcción
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