El presidente del tribunal es hombre puntual y de costumbres. Las sesiones del juicio empiezan invariablemente a las diez y, en cuanto se va acercando el mediodía, se las apaña para que el receso se produzca a las doce también en punto. Pero este lunes el juez Manuel Marchena hace una excepción. En la silla de los testigos está sentado un mando de los Mossos d’Esquadra que, a petición de Javier Melero, el abogado del exconsejero Joaquim Forn, está contándole a la sala qué hizo la noche del 20 de septiembre de 2017. El inspector 5422 era el responsable de los antidisturbios y sus jefes le pidieron que entrara en la Consejería de Economía y rescatara a la comitiva judicial, formada por agentes de la Guardia Civil y una letrada de la administración de Justicia, que llevaba allí desde primeras horas de la mañana. Pasan los minutos –las doce y diez, las doce y cuarto, las doce y veinte…– y ni Marchena corta la sesión ni sus compañeros del tribunal dejan de tomar notas.Seguir leyendo.
Via: El lado oscuro del hombre pacífico
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