Nada más acabar el encuentro, todos los jugadores del Liverpool y el cuerpo técnico saltaron como un resorte al césped para festejar el logro, los cuatro goles a un Barcelona que apenas pudo competir con un rival y una grada en combustión. Poco más que agachar la cabeza hicieron los azulgrana, que se marcharon con prisas al túnel de vestuarios. Messi lo hizo negando con la cabeza, Vidal con la capucha del abrigo puesta para no ver más allá, Boateng, incomprensiblemente, con una gorra por más que fuera con el chándal del equipo, y todos con el semblante serio, de derrota. Solo Ter Stegen y Sergio Busquets se quedaron unos segundos en el verde de Anfield —al contrario que toda la grada, que saboreó el triunfo cantando junto a su equipo, de pie y abrazados, el You’ll never walk alone— para aplaudir y agradecer su compromiso a la afición azulgrana. Pero a nadie se le quitará de la cabeza un fracaso tan estrepitoso como el que firmaron en Anfield.Seguir leyendo.
Via: Luis Suárez: “En el cuarto gol, parecíamos juveniles”

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