Pasar más de una hora a apenas treinta centímetros de uno de los cuadros más hermosos de la Historia del Arte, «La Anunciación» de Fra Angelico, charlando a solas con Almudena Sánchez, la persona que lo ha restaurado y, por tanto, mejor conoce sus secretos, es uno de los privilegios impagables de esta profesión. Pintada por Fra Angelico, maestro del Quattrocento, hacia 1425 con témpera al huevo sobre tabla de chopo (de ahí su extrema fragilidad), y con unas medidas de 190,3 por 191,5 centímetros, fue un encargo para el convento de Santo Domingo en Fiesole, a las afueras de Florencia. Es la primera de las versiones de la Anunciación que pintó: hay otras en el Museo Diocesano de Cortona y en la Basílica de Santa Maria delle Grazie en San Giovanni Valdarno (ambos en la Toscana). Fue vendida por los dominicos de Fiesole en 1611 para sufragar la construcción de un nuevo campanario. La adquiere Mario Farnesio para el duque de Lerma, quien pudo regalarla a su hermana. En fecha desconocida pasó a las Descalzas Reales de Madrid, y de allí al Museo del Prado en 1861. Cuenta con una predela de cinco paneles que narran episodios de la vida de la Virgen. De momento, no se ha restaurado la predela. Su restauración cuenta con la Fundación Iberdrola España como miembro Protector del Prado y la colaboración de Friends of Florence y American Friends of the Prado Museum, que han aportado entre ambas 150.000 euros. La obra formará parte de la exposición «Fra Angelico y el origen del Renacimiento florentino», que se inaugurará en el Prado a finales de este mes y es uno de los platos fuertes del bicentenario del museo. «Un milagro» «Es un milagro que esta obra se conserve así después de casi 600 años», advierte Almudena Sánchez, que comenzó los trabajos en marzo de 2018. Realizada a los 30 años por un Fra Angelico que había trabajado con gran éxito como miniaturista, se cree que toda la pintura es autógrafa. Esta obra maestra tiene una gran riqueza de detalles. El maestro renacentista hizo un trabajo minucioso, muy esmerado. Se halla, majestuosa, en el taller de restauración, sobre un caballete. ¿Le ha dado mucho trabajo Fra Angelico? «Sí, mucho. Ha sido un trabajo que me ha absorbido completamente y me ha exigido muchísimo –advierte la restauradora–. Ha presentado problemas distintos a los habituales. Ha sido un reto, un proceso complejo tanto en la limpieza de la superficie pictórica, con la eliminación de la capa de suciedad, como en el levantamiento de los repintes, porque eran repintes de óleo muy antiguos, seguramente realizados más que por un restaurador por un pintor, no sabemos cuándo». La obra sufrió en fecha indeterminada un grave problema estructural al separarse dos de sus cuatro paneles del soporte: segundo y tercero. «El motivo no lo sabemos, pero pudo deberse a un cambio brusco de humedad y temperatura en uno de sus traslados. Provocó inestabilidad en la pintura y pérdidas. Ello dio lugar a diversas intervenciones para solventar los daños y disimular esas pérdidas, provocando la acumulación de repintes», explica Almudena Sánchez. Restauración de 1943 En 1943 fue restaurada por última vez hasta la fecha. Era la primera restauración documentada. La llevó a cabo, ya en el Prado, Jerónimo Seisdedos (hay en el taller una foto que da buena cuenta de ello), quien devolvió la estabilidad al soporte. El restaurador limpió barnices oxidados y el humo de las velas. No hay que olvidar que era una obra devocional, iluminada por las velas en el convento de Fiesole desde 1425, aproximadamente, hasta 1611. Seisdedos retocó las pérdidas con acuarela, pero no se atrevió a eliminar los repintes de óleo que encontró. «Vio la dificultad, fue muy prudente y no quiso arriesgar», dice la restauradora. Estos repintes, que ocultaban y transformaban elementos originales, cubrían toda la zona de la grieta, que dividía al ángel (el Arcángel Gabriel) en dos. Había empastes en la arquitectura, en el brazo, el brazalete, el ala delantera y la túnica rosa del ángel. «Al empezar la restauración vi en el ala una forma muy anómala, ajena al estilo del artista. El resultado visual era incongruente. Lo comparé con otras Anunciaciones del artista. Era un repinte, el ala original debía estar debajo. Nos reunimos con Miguel Falomir para analizarlo. Además de ser director del museo, es especialista en Fra Angelico. Dijo: adelante», explica Almudena Sánchez. Un soprendente hallazgo Primero apareció en la espalda del ángel una partícula de oro que marcaba el punto de arranque del ala desde su base. Pero la mayor sorpresa llegó cuando, al ir levantando ese repinte oscuro, denso, opaco, apareció la incisión original en el oro que mostraba con exactitud la curva del ala diseñada por Fra Angelico. Cogió el testigo en esa zona del cuadro Gema García, restauradora de marcos y dorados. El proceso fue complejo para que las plumas de las alas, todas diferentes, recuperasen sus sombras y sutiles tonalidades. Ahora cobran vida, parece que oscilan y vibran. Fra Angelico pintó algunas plumas de pavo real en las alas del ángel. Solo se conservan los verdes y azules en una de ellas. Junto al ángel, la restauradora nos indica otra zona que tenía repintes muy importantes: el manto lapislázuli de la Virgen. Repintes de óleo oscuros, casi negros, que «impedían ver la transparencia del color, la riqueza y luminosidad, el volumen de los pliegues, la belleza del lapislázuli y la gama de azules». También han salido a la luz en todo su esplendor la laca roja y el verde malaquita que usa Fra Angelico con maestría en esta obra. Luz sobrenatural Además de su rico e intenso colorido, la obra recupera, tras la restauración, la luz sobrenatural originaria: «Fra Angelico crea una atmósfera mágica que consigue con una luz sobrenatural que lo envuelve todo. Pinta la luz en los rostros, en la ropa, en la arquitectura, en la naturaleza… Todo irradia luz». Esa luz sobrenatural invade la composición en la primera estancia a través…
Via: «La Anunciación» de Fra Angelico, como nunca la habías visto antes

Categories: Spanish News