Sarah Fabergé, la tataranieta del fundador de la firma de joyería y objetos preciosos que cautivó a los últimos Romanov, no siempre se ha llamado Sarah Fabergé; esta británica de 61 años pasó la primera década de su vida pensando que su verdadero apellido era Woodall. La historia es carne de novela o folletín. Su padre, Theo, fue el hijo ilegítimo que Nicholas, el benjamín de Peter Carl Fabergé, tuvo en Londres con una modelo llamada Doris Cladish. Pero Nicholas ya tenía mujer (Marion Tattershall, una de las musas del pintor Lawrence Alma-Tadema) y, para prevenir el escándalo, Theo fue criado por la hermana casada de Doris, Linda Woodall, como si fuera su propio hijo. En 1969, cuando él ya contaba 47 años y dirigía un pequeño negocio de ingeniería, coincidió con un pariente que, asombrado por el parecido que guardaba con Nicholas Fabergé, le sugirió que comprobase su certificado de nacimiento; así fue como se destapó el secreto. Theo, que siempre había sentido inclinaciones artísticas, se lo tomó como una señal para dejar de desoírlas: cerró su empresa y pasó el resto de su vida —murió en 2007, con 84 años— dedicándose a crear cosas bellas. Durante varios años, tanto él como su hija diseñaron piezas de estilo Fabergé para una marca llamada St. Petersburg Collection.Seguir leyendo.
Via: La heredera de los Fabergé que no sabía que lo era
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